Escenas insólitas y millones de dólares tirados en la abandonada autopista Perón
Dice el manual periodístico que una nota no debiera empezar con preguntas, pero vale la excepción. ¿Es posible dormir, levantarse, tomar mate y quedarse al sol en el carril rápido de una autopista? ¿Se puede dejar pastando a un caballo en la banquina? ¿Es viable andar en rollers despreocupadamente por la traza? ¿Y caminar en familia por el cantero central? La respuesta a todo es sí, y el lugar donde se hacen realidad esas escenas queda a 41 kilómetros de Buenos Aires, en pleno partido de Merlo.
Autor: Texto de Diego Cabot // Fotos de Ricardo Pristupluk - 08/10/2024
Y que se entienda: se pueden comer asados, jugar al fútbol, aprender a usar una bicicleta o remontar un barrilete. Así es la vida cotidiana en uno de los tramos de la autopista Juan Domingo Perón, que quedó trunca, abandonada y usurpada, pese a que desde los años 80 se proyectó para ser la tercera circunvalación de Buenos Aires, después de la General Paz y el Camino de Cintura. Millones de dólares tirados en capas de asfalto sobre las que no se puede circular, puentes a medio hacer, pilotes de cemento con fibras de acero al cielo y lo que más llama la atención: carriles centrales de la autopista que se interrumpen por casas precarias. Sí, como leyó: casas en el medio de la traza. La autopista Juan Domingo Perón fue -o sigue siendo- el proyecto vial más importante de Buenos Aires, concebido hace 40 años para mejorar la conectividad en el área metropolitana de Buenos Aires. Para ubicar al lector: se trata de la continuación del Camino del Buen Ayre que, una vez que llega al Acceso Oeste, debería empalmar y seguir por ese cordón del conurbano para terminar, finalmente, en la ruta 2. De esa forma, la vía debería conectar San Isidro, San Martín, Tres de Febrero, San Miguel, Hurlingham, Ituzaingó, Merlo, La Matanza, Ezeiza, Presidente Perón, San Vicente, Florencio Varela, Berazategui, La Plata y Ensenada.
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