Breve temblor en la economía mundial, ¿qué pasó?

Mariano Vior

La reacción de los mercados muestra que los inversores siguen confiando tanto en la fortaleza de la economía como en las promesas de ganancias. Mi posición es un poco más prudente.

Autor: Ricardo Arriazu en Clarin - 18/08/2024


El pasado lunes 5 de agosto, la Bolsa de Japón registró una baja del 12,4%, la segunda mayor baja de su historia, acumulando una caída del 19,5% en solo cuatro días; sin embargo, al día siguiente los precios comenzaron a subir, recuperando dos tercios de la pérdida en sólo siete ruedas.
Este evento afectó a casi todas las bolsas del mundo. El índice Standard and Poors bajó 3,2% ese lunes y 7% en cuatro días, y la Bolsa alemana 2,7% y 7,1% respectivamente. Las recuperaciones posteriores fueron similares a la de Japón.
¿Cómo se explican estas bajas y las recuperaciones posteriores? En mi opinión, las bajas se explican por la combinación de tres factores, y la recuperación por la fortaleza de la economía mundial.

El detonante de esta mini crisis fue la suba de la tasa de interés en Japón por primera vez en 17 años. La economía japonesa enfrenta serias dificultades desde la crisis de 1990. Los ciudadanos japoneses quedaron tan atemorizados por esa experiencia que desde entonces han mostrado una tendencia a reducir sus gastos.
En la década de 1980 la cuenta corriente de la balanza de pagos de Japón (diferencia entre los ingresos y los gastos) mostraba un superávit de 1,9% del PBI, reflejo de un déficit fiscal promedio equivalente al 1.6% del PBI y una diferencia entre los ingresos y los gastos del sector privado positiva, equivalente al 3,5% del PBI.
Luego de esta crisis la diferencia positiva del sector privado se elevó al 8% del PIB y los esfuerzos del sector público para incrementar el gasto total -elevando su déficit al 5% del PIB- fueron en vano.
Cada intento del sector público por incrementar el gasto total fue inmediatamente compensado por una baja del gasto del sector privado. En ese contexto la inflación se redujo drásticamente, con varios años de deflación.
En un último esfuerzo por elevar el gasto privado las autoridades redujeron la tasa de interés a niveles nominales negativos, lo que no elevó el gasto privado pero depreció el yen y elevó la tasa de inflación a niveles positivos.
Esta política incentivó lo que se denomina “carry trade”: pedir prestado yenes a tasas bajísimas, cambiar esos yenes por otras monedas (lo que deprecia al yen), invertir ese dinero en otros países (lo que eleva el precios de los activos) y devolver menos yenes con un tipo de cambio depreciado. El yen que cotizaba a 110 yenes por dólar en 2005 llegó a cotizar arriba de 160 antes de las medidas recientes.
Al subir Japón su tasa de interés el yen se apreció en forma significativa, bajando de 154 a 142 yenes por dólar en un día; esa apreciación obligó a revertir la operación de carry trade, mediante la venta de activos (con bajas en sus precios) y a la compra de yenes (con la apreciación de su cotización).
Sin embargo, este no fue el único factor que generó temores entre los inversores. Este evento coincidió con la publicación de datos económicos en los Estados Unidos (en especial los datos laborales) que parecerían mostrar una desaceleración significativa de la actividad económica y generó ciertas dudas con respecto a la valuación de algunos activos.
En realidad, a nivel mundial los precios de los activos viene subiendo desde marzo de 2020, como reflejo de las bajísimas tasas de interés vigentes en esos momentos y los elevados desequilibrios fiscales (medidas destinadas a evitar el colapso social en la pandemia), lo que llevó a que los agentes económicos se encontraran con importantes recursos financieros sin poder gastarlos.
El valor del Patrimonio Neto total de las familias en EEUU paso desde un mínimo de 110 billones de dólares a fines del primer trimestre de 2020 (5,1 veces el PBI) a 147 billones (6,3 veces el PBI) en el tercer trimestre de 2021. En la actualidad ese patrimonio neto tiene un valor de 160 billones. De ese total, 34 billones corresponden al valor de las acciones corporativas. A modo de ejemplo basta mencionar que el índice Standard and Poors alcanzó su mínimo el 23 de marzo de 2020 (2.237 puntos) y se incrementó un 150% desde entonces.
El tercer factor que provocó la baja del mercado fue la publicación de balances -peores a lo esperado- de algunas empresas tecnológicas. Durante 2023 el índice Standard and Poors mostró una suba del 24%, impulsada por una suba del 75,7% en los precios de las empresas tecnológicas conocidas como “los 7 magníficos”, mientras que el resto de las empresas solo mostraron una suba promedio del 2,3%.

La relación precio-ganancias de estas empresas es mucho más elevada que la del resto, por lo que su valuación se basa en expectativas de futuras ganancias en lugar de ganancias reales; la gran duda es si esas ganancias se materializarán o se repetirá la experiencia de fines de los ‘ 90 cuando muchas empresas tecnológicas vendían “aire”. La publicación de un mal balance de Tesla y de peores a lo esperado de otras empresas impulsó los precios a la baja.
La reacción posterior de los mercados muestra que los inversores siguen confiando tanto en la fortaleza de la economía como de estas promesas de ganancias. Mi posición es un poco más prudente; considero que los precios del conjunto de los activos están sobrevaluados.