Temblores en la Casa Rosada: renuncias, enojos y las urgencias de Javier Milei por el dólar.

Javier Milei y Victoria Villarruel, en un tanque, durante la celebración del Día de la Independencia. Foto: Maxi Failla.

Qué pasó en las últimas horas para que se precipitaran los cambios y a qué apuntan el Presidente y Toto Caputo. Los funcionarios que se van, la foto con Villarruel, las dudas del establishment y el desconcierto de Macri.

Autor: Santiago Fioriti en Clarin - 14/07/2024


—¿Qué pasó? Estoy en el aeropuerto de Beijing. Esperame que llegue a París y te llamo —le respondió por WhatsApp el secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, a Juan Pazo, su jefe, secretario de Coordinación de Producción y hombre de confianza del ministro de Economía, Luis Caputo.
El martes anochecía en Argentina y la atención estaba puesta en la semifinal de la Copa América entre la Selección de Messi y Canadá; en el país de Xi Jinping ya era miércoles a la mañana. Vilella cargaba valijas en el avión cuando contestó el primer mensaje de Pazo. A cargo del área de Agricultura, había viajado a Asia con la misión de abrir mercados para la exportación de pollo y menudencias de carne porcina. Estuvo once días en Corea, Japón y China. Tal vez pensó que lo llamaban para preguntarle por los resultados de las reuniones. Al arribar a París sabría que no.
—¿Te llamo ahora o querés que hablemos en persona cuando vuelva a Buenos Aires? —preguntó Vilella en el momento en que aterrizó la aeronave.

Pazo le dijo que tenía un mensaje urgente de la jefatura de Gabinete. Hablaron. La comunicación fue breve y tensa. El secretario coordinador le transmitió que debía dejar su cargo porque estaban pensando en un rediseño de su secretaría. Vilella preguntó cuándo. “Ya mismo”, le dijo Pazo.
Tres días antes de la salida de Vilella, Fausto Spotorno también había abandonado su puesto en el Consejo de Asesores del Presidente. El economista se despidió con una carta en la que le agradeció a Milei por la oportunidad. Pero la salida no fue tan amable. “Échenlo ya”, ordenaron desde la cima de la Casa Rosada cuando vieron sus críticas a Caputo. Spotorno era un entusiasta defensor del modelo de La Libertad Avanza y auspiciante de la dolarización. Milei gobierna con mano de hierro. Se verá con el tiempo si se trata de una virtud o si, como temen en su propio equipo, no termina afectando la gestión. O por encerrarlo en un círculo demasiado chico y adulador.
Entre despidos y renuncias, su administración realizó más de cincuenta cambios en solo siete meses. Algunas modificaciones fueron rutilantes, como la del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, que parecía todo poderoso en diciembre pasado y se fue humillado y sin poder hablar con Milei, de quien -se suponía- era más amigo que funcionario.
La lista abarca al exjefe de la Anses, Osvaldo Giordano; a la exsecretaria de Minería, Flavia Royón; al ex secretario de Trabajo, Omar Yasin; al ex titular de la Agencia Federal de Inteligencia, Silvestre Sívori; al ex ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro; al ex secretario de Legal y Técnica del Ministerio de Capital Humano, Maximiliano Keczeli; y abarca, también, a exmiembros de segundas y terceras líneas. Muchos fueron echados, incluso, antes de que se formalizara su cargo. Algunos ni siquiera llegaron a cobrar un sueldo por las trabas entre su nombramiento y la burocracia estatal.
La incertidumbre que genera un partido nuevo en el poder y la personalidad de su líder, las peleas internas y los zigzagueos de la táctica del ensayo y el error confluyen hoy con el desconcierto que generan los mercados. El Gobierno trabajó durante varios meses para sacar la Ley Bases. Intuyó que, una vez aprobada, el establishment le iba a dar un respiro. No solo no pasó: desde entonces el dólar no paró de subir, lo mismo que el riesgo país. La moneda estadounidense que se vende en el mercado informal trepó a $ 1500 el viernes y la brecha con el contado con liquidación -que supo estar en torno al 20% en marzo- se estiró al inquietante 63%. El riesgo país toca los 1.511 puntos; en abril llegó a bajar hasta los 1.148.
“Cero pánico”, dijo ayer Milei en LN+. Palabras similares empleó más tarde Caputo en radio Mitre. Sostuvo que no hay motivos de preocupación por el incremento del dólar y prometió que las diferentes cotizaciones de la moneda bajarán en el corto plazo. Milei y su ministro hicieron anuncios un sábado y desde Estados Unidos. Adelantaron que, desde el lunes el Banco Central intervendrá en el mercado financiero, en especial en el contado con liquidación.
Ambos hablaron de que se viene un golpe de nocaut contra la inflación. El 4,6% que marcó la inflación de junio abrió expectativas en el Gobierno por el solo hecho de que fue menor a lo que anunciaban los consultores privados. Si bien estuvo cuatro décimas por encima de la de mayo y cortó la racha descendente que exhibía desde enero, los cálculos oficiales auguran que en julio se recuperará el camino hacia la baja. La disminución de precios es de las pocas cosas palpables en la gente y, en parte, la que sostiene la popularidad presidencial.
Convencer al Círculo Rojo, en cambio, sigue siendo una meta difícil para el Gobierno. Milei, por un lado, intenta seducirlo, pero, por otro, es cruel con algunos de sus integrantes. “No la ven”, insiste. Tampoco les da demasiada información, como sí hacían otros presidentes. “No hay un ida y vuelta claro”, dice uno de los empresarios que estuvo en primera fila en la Bolsa de Comercio.
Milei se negó allí a dar certezas sobre la fecha del levantamiento del cepo, que es una de las principales incógnitas de quienes fueron a escucharlo. Los empresarios lo aplaudieron al llegar y al irse, lo cortejaron, pero en bambalinas se mostraron preocupados por la volatilidad de los mercados y por la profundidad de la brecha cambiaria. En privado dicen: “El rumbo general está bien, pero hay inconsistencias”. Y agregan: “Ojalá le vaya bien”.
El Presidente usó parte de su disertación en la Bolsa para apuntar contra Sergio Massa y el Banco Macro por maniobras especulativas que -según él- hicieron en sintonía para tratar de desestabilizarlo. La movida la había disparado una semana antes el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; la continuó Milei, y luego lo hizo “Toto” Caputo. Los dardos cayeron como si fueran una bomba en el banco, propiedad de la familia Brito. Jorge Brito, fallecido en 2020 en un accidente aéreo, era íntimo del tigrense y el vínculo se extendió a su hijo, Jorge. Los Brito fueron clave en la financiación de las distintas campañas de Massa. En los vuelos privados, por ejemplo, que se cuentan de a cientos y que son costosísimos.
Los roces con el establishment y los cimbronazos en los mercados opacaron en parte la firma del Acta de Mayo en Tucumán, donde Milei reunió a 18 gobernadores. Las buenas noticias le duran poco al Gobierno por la tenacidad de las crisis que se suceden. O por hechos que deberían ser menores y que se transforman en discusión pública. El rol de Mauricio Macri, por caso. El ex presidente viajó especialmente desde Europa para acudir a la cita tucumana y, al cabo, ocupó un papel menor: ni siquiera firmó el Acta y las cámaras no lo tomaron ni una vez durante el discurso.
Macri había puesto reparos antes de viajar. “No tiene sentido, voy a ser el único ex presidente”, transmitió. Francos se contactó con él por teléfono para persuadirlo: “Es importantísimo que vengas”, le dijo. Macri aceptó. Pero al otro día del acto, cuando iniciaba su regreso a Europa y sus amigos le empezaron a escribir para contarle que no había salido en la televisación de la cadena nacional, se sintió descolocado. El fundador del PRO corrió a Milei de la responsabilidad y se la agarró con su entorno, en especial con Santiago Caputo, el gurú mileísta. Viejos colaboradores de Macri, enojados con este y otros episodios, preparan una venganza silenciosa.
Milei se ocupó de aclarar que había saludado a Macri antes y después del acto. El PRO sigue siendo un aliado más que necesario para La Libetad Avanza en el Congreso. Aunque el vínculo no es el que a Macri le gustaría. La inestabilidad en las relaciones del Gobierno con la dirigencia no mileísta es un tema de debate interno. Se puede pasar de amigo o de persona admirada a la vereda de enfrente en un corto tiempo. Los ejemplos abundan.
Milei hace esfuerzos para no agigantar las diferencias con Victoria Villarruel. Sabe que la tensión con la vicepresidenta lo acerca a comparaciones con la casta y se espanta. Villarruel hace su juego. Faltó a la firma del Acta de Mayo, pero nadie la criticó. Estuvo enferma, dijo ella.
Al otro día, ya por suerte recuperada, asistió al desfile militar por la celebración del Día de la Independencia. La dupla compartió el palco y la foto terminó en la portada del The Wall Street Journal.

“Ahora vienen los tanques que te dije”, le comentó en un momento Luis Petri a Milei. Al ver asomar los TAM 2CA2 -unos tanques blindados con renovaciones técnicas que se venían efectuando hace varios años-, el Presidente se puso ansioso. “Si querés te podés subir a uno”, le propuso el ministro de Defensa. Villarruel escuchó el diálogo y se sobresaltó: “¿Yo también puedo subir?”.
La vice sonreía, de rojo, con una bufanda blanca que la cubría del frío polar, mientras saludaba con la mano a miles de personas que participaban del desfile. Milei la miró por un segundo y dijo:
—Dale, venite.