Un vínculo al borde de la ruptura.
El gobierno de Lula transmitió el mensaje de que si hoy Milei vuelve a criticarlo, retirará su embajador, como hizo España, y se producirá un virtual quiebre de las relaciones; las tensiones con Paraguay y el conflicto con Bolivia; la Casa Rosada busca encontrar una nueva épica después de sus primeros logros
Autor: Jorge Liotti LA NACION - 07/07/2024
“Esperamos que no se produzca una reiteración de la ofensa al presidente Lula. Sería una situación grave que podría tener profundas consecuencias diplomáticas, como el retiro del embajador en Buenos Aires, y que complicaría mucho la relación bilateral hasta llevarla a una virtual ruptura de relaciones, como ocurrió con España”. La advertencia que transmitió la diplomacia brasileña al Gobierno carga de tensión y expectativa lo que hoy pueda decir el presidente Javier Milei en Camboriu, cuando hable en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), un evento de la ultraderecha que organizó su amigo Jair Bolsonaro. Sería una paradoja que la Argentina tuviera interrumpidos los vínculos con su mejor aliado europeo, y al mismo tiempo con su principal socio comercial latinoamericano. El embajador argentino designado en Brasilia, Daniel Raimondi, ni siquiera presentó sus cartas credenciales y puede ser que no llegue a ser necesario. Si bien el Presidente comentó internamente esta semana que no tiene previsto atacar a Lula como sí hizo con el presidente español Pedro Sánchez, en su entorno aseguran que “va a marcar claramente la posición de Argentina. Si no querían conflicto, no nos hubiesen agredido”.
Milei decidió ir al encuentro del bolsonarismo como una reacción a lo que interpretó como una deslealtad imperdonable de su par brasileño. Ocurre que después de los cruces de acusaciones en el inicio de la gestión libertaria, hubo gestos desde la Casa Rosada para distender, que no tuvieron los resultados esperados. El principal fue el envío en abril de una carta entregada por la canciller Diana Mondino a su par brasileño, Mauro Vieira, donde le manifestaba cierta voluntad de generar un encuentro presidencial. El ministro Guillermo Francos, un todoterreno cada vez más decisivo en el andamiaje del Gobierno, trató infructuosamente de aprovechar la movida para proponerle a Milei que llamara a su vecino y mantuviera una conversación. Pero la concordia duró poco porque unos días después Lula se jactó de no haber leído la misiva y todo se derrumbó. La diplomacia de ambos países intentó hacer control de daños y hubo un acuerdo tácito para mantener un prudente silencio en ambas orillas y así limar asperezas. La tregua rigió un par de meses, hasta que la semana pasada Lula dijo que estaba esperando unas disculpas de su colega por haberle dicho “corrupto” y “comunista”. Milei estalló y además de responderle en público ordenó organizar su participación en el evento de su amigo Jair, su manera de expresar desagrado, tal como hizo al participar de eventos partidarios de Vox en España, junto con Santiago Abascal; y del Partido Republicano, en Estados Unidos, al lado de Donald Trump.
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