Las dificultades para pronosticar el nivel de actividad en 2024.
Predecir el comportamiento de las principales variables económicas es siempre un proceso complicado, y lo es más cuando se trata de predecir la evolución de la actividad económica en nuestro país en un año signado por grandes cambios.
Autor: Ricardo Arriazu es economista en Clarin - 21/01/2024
La llamada “contabilidad del crecimiento” busca explicar la evolución histórica de los niveles de actividad económica en base a la evolución de unas pocas variables, tales como el empleo, la “calidad” de la mano de obra, el stock de capital (basado en la inversión y la depreciación del stock existente), las mejoras en productividad que se derivan de esa inversión, y un residuo (conocido como “productividad total de los factores”) que mide otros efectos tales como las mejoras en productividad derivada de mejoras organizativas, los efectos de corto plazo de los ciclos económicos, de los eventos de la naturaleza, etc.
Desde 2010, la tasa anual de crecimiento promedio fue sólo 1,2% (inferior al crecimiento de la población), que se explicó un 0,5% por la contribución de la mano de obra, 1,1% por la contribución del capital, y -0,4% por el residuo (con seis años de caída en los niveles de actividad).
El análisis de la mayoría de estos factores es casi ingenieril (aunque responde a incentivos económicos), mientras que el último responde en gran medida a factores económicos que incrementan o disminuyen la demanda total, y de ese modo afectan el nivel de precios, el resultado del sector externo y las fluctuaciones de corto plazo en los niveles de actividad económica. Son estos últimos factores principalmente los que tornan incierta la proyección para 2024.
Dos factores que claramente contribuirán positivamente al crecimiento son la evolución de la cosecha y del sector energético. En el caso de la cosecha, el fin de la sequía y las recientes lluvias permiten prever una importante recuperación. En este sentido resulta útil examinar una situación similar en 2008-10.
En 2009 el PBI cayó 5,9%, impulsado por una baja del 18,1% en el PBI agropecuario y por una baja en los precios internacionales de las materias primas; en contraste, el PBI creció 10,1% en 2010, con una variación del 29% en el PBI agropecuario.
La similitud del impacto de la sequía en 2023 es notable. En los primeros diez meses del año el PBI agropecuario cayó 16,7% y es de esperar que se recupere más del 25% en 2024. La similitud termina allí, porque en esta oportunidad no se registraron bajas significativas en los precios de las materias primas y el sector energético mostró una dinámica muy superior (7,5% contra 0,4%), por lo que el PBI total solo cayó 1,4%. Al igual que en 2010, el mayor impacto se dará en el segundo trimestre.
Por otro lado, estos no serán los únicos factores que afectarán el nivel de actividad en 2004. Algunos de los mayores impactos surgirán de los efectos de la devaluación, y en este sentido deberían ser similares a los del periodo 2001-2002. Los impactos de la devaluación se derivan de su impacto sobre el nivel general de precios (impuesto devaluatorio) y de su impacto sobre precios relativos.
El impuesto devaluatorio surge del impacto de la devaluación sobre el poder de compra de los activos y los pasivos financieros. El impacto inicial es solo patrimonial, afectando positivamente a los deudores y negativamente a los acreedores. A modo de ejemplo basta mencionar que el impacto neto positivo sobre el Patrimonio Neto del Banco Central fue equivalente a casi 15 mil millones de dólares.
El verdadero impacto (negativo) sobre actividad se da cuando los agentes económicos intentan recomponer el valor real de esas tenencias, reduciendo su gasto; esta tendencia se está dando en el primer mes de vigencia del programa.
Los impactos de los cambios de precios relativos son más complejos, puesto que si el tipo de cambio real mejora, bajará el salario y se incrementarán los beneficios, por lo que debería bajar el consumo y crecer las inversiones y las exportaciones.
La experiencia de 2001-2002 muestra con claridad estas tendencias. El indicador mensual de actividad económica muestra una baja promedio del 4,4% en 2001 y del 10.9% en 2002, con bajas interanuales que solo se revierten en diciembre; pero la serie muestra una baja del 14,9% entre puntas en 2001 y de cero en 2002, al mismo tiempo que el índice mensual desestacionalizado muestra una baja del 2,5% en enero, pero una recuperación gradual a partir de febrero. Por el contrario, el consumo continuó bajando hasta el segundo trimestre.
Si bien todos estos factores son importantes, en Argentina el factor más importante es frecuentemente la confianza, la que se refleja en compras o ventas de divisas. Una compra de divisas baja el gasto interno y contribuye a la disminución de la actividad económica.
Si dejamos este factor de lado, este año deberíamos esperar una baja de actividad en el primer trimestre y una recuperación a partir del segundo, pero el dato final estará determinado por los flujos de capitales. Con confianza el año podría mostrar un crecimiento positivo, con mucha desconfianza el impacto de las salidas de capitales podría compensar al impacto positivo de la mayor cosecha.