Alberto Benegas Lynch (h): “Vamos a sufrir, pero no hay más remedio que pasar por esto”
El mayor referente del liberalismo en el país afirma que, en gran medida, la sociedad sabe que hay que atravesar el mal trago para dejar la crisis atrásA los 83 años, Alberto Benegas Lynch (h) siente que su arduo peregrinar por el sendero de las ideas ha dado, al fin, sus frutos. Javier Milei ingresó a la Casa Rosada recitando, como un credo, una de sus máximas: “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”.
Autor: Hugo Alconada Mon LA NACION - 13/01/2024
El máximo exponente del liberalismo argentino de las últimas décadas celebró como un hito el triunfo de Milei, al que por momentos alude como “Javier” y en otras como “Presidente”. Pero sabe, también, que los desafíos son muchos y los riesgos, sustanciales. “Vamos a sufrir, pero no hay más remedio que pasar esto”, dice durante la entrevista con LA NACION. “La paciencia de la gente tiene un límite; por eso se está haciendo todo muy rápido”.
Doctor en Economía y en Ciencias de Dirección, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, fundador y profesor emérito del Eseade, autor de decenas de libros, conferencista y tanto más, Benegas Lynch (h) se erigió durante los últimos años en fuente de consulta de Milei, con quien dice mantener ciertas diferencias, que son lógicas y “bienvenidas” entre los liberales. Lo importante, remarca, es que el Gobierno avanza en la dirección correcta y con “coraje” para sobrellevar la transición entre lo que dejamos atrás y lo que podemos ser. “Hay que pasar”, dice, “por este mal trago”.
Desde una charla que dio en 1968 en la Bolsa de Comercio, en la que lo insultaron en rechazo a sus ideas, hasta el gobierno liberal actual, han pasado más de 50 años. ¿Imaginó alguna vez que llegaría este momento? “Cuando llegué de estudiar afuera, me ofrecieron ser asesor económico de la Bolsa y me sugirieron dar una conferencia –cuenta–. La alegría se convirtió muy rápido en alarma porque se referían a mi madre con epítetos nada alentadores mientras yo elaboraba el concepto de privatización de los teléfonos… Sí, ha sido un largo peregrinar”.
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