El Gobierno tiene a la oposición en sus propias entrañas.
La administración de Javier Milei adolece de una estrategia práctica para poder llevar a cabo sus ambiciones reformistas; las diferencias sobre el apoyo que podría brindar el FMI
Autor: Carlos Pagni LA NACION - 04/01/2024
La Libertad Avanza se ha constituido en su propia oposición. En estos días el principal obstáculo que encuentra Javier Milei para alcanzar sus objetivos es el método de Javier Milei. La primera medida de necesidad y urgencia que sería saludable que adopte es producir un giro en su concepción sobre la tarea de gobierno. El impedimento principal es bastante evidente. El Presidente decidió, con muy buen criterio, que la meta más importante de su gestión sería reducir cuanto antes la inflación. Para hacerlo organizó un gran ajuste fiscal. Ese shock depende en buena medida de una batería de cambios impositivos que, por definición, requieren de aprobación parlamentaria. Por eso envió al Congreso un proyecto de ley. Sin embargo, una distracción incomprensible lo llevó a incluir esas modificaciones en un texto de 664 artículos cuyo tratamiento, si se hiciera a toda velocidad, demandaría medio año. Antes de que Milei llegara a la Casa Rosada había una duda muy razonable sobre cómo conseguiría que el Poder Legislativo apruebe sus iniciativas. Ahora la pregunta es más rudimentaria: ya no se trata de que las quiera aprobar, sino de que las pueda tratar. No es un inconveniente tangencial. Si depende del paquete impositivo enviado a la Cámara de Diputados, la indispensable normalización de las cuentas públicas tardará demasiado tiempo en producirse. Dicho de otro modo: los que intenten prever el derrotero fiscal del oficialismo deben incluir en su aritmética la demora que significa dar tratamiento legislativo a un mamotreto de 183 páginas.
El problema que se acaba de describir no obedece a un error formal. Expresa una concepción según la cual la gestión pública es la aplicación mecánica de una receta de laboratorio. Es decir, una técnica que puede prescindir del consenso indispensable para que las iniciativas se vuelvan viables. Con independencia del pasable autoritarismo que cobija ese modo de ver la administración, ni siquiera las revoluciones consiguen que la realidad se muestre tan dócil frente a las ideas.
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