El grito del interior profundo.

¡Qué momento! Llevo algunos años en esto de observar, analizar y comunicar sobre el sector agroindustrial. Confieso que nunca sentí tanto vértigo, ante la posibilidad tan cercana de un cambio drástico en las condiciones para su desenvolvimiento. Y creo que comparto esta percepción con la enorme mayoría de los actores del sector.

Autor: Hector Huergo Editor de Clarin Rural - 21/11/2023


Lo primero que conviene destacar es que el triunfo de Milei va mucho más allá de los tres millones de votos que le permitieron sacarle once puntos de diferencia a Massa. El asunto es que esta diferencia se origina en el interior profundo. Se venía insinuando, desde cuando la franja amarilla de la bandera de boca remarcaba la incidencia de la Región Centro. Que es el campo y la agroindustria, con todas sus cadenas abriéndose paso a pesar de la obscena captura de ingresos vía retenciones y diferencial cambiario.

En esta columna, hemos insistido en destacar el “modelo Córdoba”, donde se condensan todos los atributos del avance agroindustrial. Corriente arriba y corriente abajo. Desde las fábricas de implementos, tractores y cosechadoras, hasta la fenomenal cascada de transformación de los productos básicos. Un “efecto difusión” por toda la sociedad.

Aclaro: efecto difusión es una categoría mucho más certera que la teoría del “derrame”. Derrame tiene una connotación incorrecta y negativa. Deja flotando la idea de que hay unos que llenan la copa y el resto solo agarrará lo que caiga una vez que se colme. Difusión significa porosidad, ósmosis, permeabilidad. A medida que el vaso se llena, los efectos van “difundiendo” por toda la sociedad.

Eso es lo que parece haber calado hondo en el interior. El avance libertario es una movida de tremendo contenido federal. Libertad. Esos tres millones de votos de diferencia están ahí. En el interior la diferencia no fue de once puntos. Fue de 20, 30 o más, como en Córdoba, cuyo gobernador peronista Juan Schiaretti puso sobre el tapete la exacción de ingresos que padecen los actores económicos de su pujante provincia vía derechos de exportación.

Ahora empieza el partido. Milei todavía no anunció quién va a ser su ministro de Economía. Pero ya anunció que el área será conducida por Fernando Vilella, reconocido académico, mentor de los agronegocios y la bioeconomía, conceptos que institucionalizó desde su constructiva gestión en la Facultad de Agronomía de la UBA. Ladero del inolvidable Héctor Ordóñez y hoy acompañado por figuras notables como Pedro Vigneau (ex presidente de AAPRESID y hoy titular de Maizar, la más pujante cadena agroindustrial). Y allí está también Germán Paats, el armador de juego que a través de Barbechando metió una cuña en el Congreso, tejiendo lazos con los legisladores de todas las banderas políticas.

Vilella dejó entrever que su decisión de sumarse al gobierno de Milei dependía de la decisión de avanzar con el tema eliminación de retenciones y liberación cambiaria. El líder libertario ya había dado muestras de su voluntad en esa dirección. La idea de dolarizar, o la más amplia de la libre circulación de monedas, implica la liberación cambiaria. Y fue muy explícito con el tema retenciones: sin ir muy lejos, dijo que desaparecerían al considerarse como anticipo de ganancias. La cuestión es la implementación, y la puntada fina, porque derechos de exportación del 33% excederían con creces las ganancias de la actividad soja. Veremos, pero no hay duda de que se avanzará en este sendero. El gran partido del agro se juega en la cancha del ministerio de Economía.

Para el área de Agricultura quedan cuestiones de tremendo impacto futuro: ley de semillas, biocombustibles (donde será clave al rol de los funcionarios de energía), Cancillería y Medio Ambiente. La diplomacia comercial, en un marco de apertura irrestricta de exportaciones, es un aspecto clave en el que venimos con retardo. Lo mismo con la cuestión ambiental, que es un aspecto delicado ante cierto negacionismo del equipo de Milei. La Argentina agropecuaria tiene una extraordinaria oportunidad en este aspecto. Felizmente, Vilella y sus colaboradores lo tienen claro. Entre ellos está Claudio Molina, gran gestor de los biocombustibles en el país, y ahora metido a fondo con los ferrocarriles, cuya mayor contribución es precisamente la mejora de la huella de carbono en el transporte.

Esto agarra al campo en plena siembra. Un conocido tuitero del agro dijo ayer que se estaban atropellando en la puerta de las agronomías para comprar urea y echarla al maíz ya nacido. Y al que viene. Sembrarán con un gobierno que se va y cosecharán con el que viene. Milei entrará con un pan abajo del brazo y recibirá una lluvia de dólares desde diciembre. No es una gran campaña triguera, pero la gruesa va a ser imponente. Falta agua en muchas partes todavía, pero el Niño ya se autopercibe como tal.

Si estas ideas avanzan, le irá bien al campo. Y le irá bien al país. El mundo sigue generando la misma oportunidad que despuntó a comienzos del siglo, y que no pudo prosperar por la impericia y necedad del kirchnerismo. Brasil, Uruguay y Paraguay lo están aprovechando. Es el momento de sumarse.