La Política Agrícola Europea se vuelca al cambio ambiental.
Los productores europeos, liderados por los franceses, están en pie de guerra contra Bruselas. Se acentúa la pérdida de biodiversidad, el sobreconsumo de agua y el alza en la emisión de dióxido de carbono.
Autor: Jorge Castro en Clarin Rural - 22/10/2023
La política agrícola común PAC es el núcleo de proteccionismo europeo en materia de producción agroalimentaria, y se sustenta en un sistema de subsidios que alcanza a U$S 62.000 millones anuales (55.000 millones de euros), que actúa como garante de la seguridad alimentaria de la Unión Europea (UE) desde su formación en 1962.
El General Charles de Gaulle, entonces presidente de la flamante quinta República Francesa fundada en 1959 y su Ministro de Agricultura Edgard Pisani, impusieron la PAC al gobierno de Bruselas como condición para que Francia se sumara a la Unión Europea.
Esto significa, en otros términos, que la política agrícola común PAC ha tenido desde su origen una impronta esencialmente francesa, lo que es coherente con su posición de principal potencia agroalimentaria de Europa.
Desde su origen en 1962 la PAC ha sido definida como “…una asociación entre la agricultura y la sociedad, y entre Europa y sus productores agrícolas”, y tendría 3 objetivos fundamentales: aumentar la productividad agrícola del Continente; salvaguardar el nivel de vida de los agricultores (a través de un sistema de subsidios directos que hacen parte de sus ingresos); y enfrentar, y en principio resolver, el problema del cambio climático o “calentamiento de la atmósfera), a través de una política de manejo y control de los recursos, -ante todo la tierra y el agua-, que evite su utilización excesiva, y la consiguiente degradación.
La PAC es una política común para los 27 países europeos, y sus fondos representan aproximadamente 40% del presupuesto regional, y sus prioridades y gestión cotidiana están a cargo del Gobierno de Bruselas.
Actualmente está en vigencia la PAC 2023/2027, y despliega tres estrategias cruciales: el “acuerdo verde de Europa” referido al cambio ambiental; “De la Granja al tenedor” centrada en la seguridad alimentaria del Continente; y la “Búsqueda de la Biodiversidad”, cuya prioridad es el futuro de la producción agroalimentaria alejándola de toda especialización excesiva.
El gobierno de Bruselas se ha propuesto ahora reformar la PAC, colocando especial énfasis en la lucha por el cambio climático considerada la prioridad absoluta de esta época histórica.
De esta forma, la PAC 2023/2027, tiene un fuerte signo ambiental, que obliga a establecer una nueva estructura de subsidios, que afecta incluso los ingresos de los productores; y esto los ha colocado en pie de guerra contra Bruselas liderados como siempre por los más combativos que son los franceses.
El sector agrícola es responsable de 11% del total de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), la misma proporción que hace 20 años, sin que se haya producido en este periodo reducción alguna.
Las ganancias de productividad que se han obtenido en el agro europeo desde la creación de la CAP en 1962 no han frenado la degradación del medio ambiente; y continua, e incluso se acentúa, la pérdida de biodiversidad, el sobreconsumo de agua, y el alza en la emisión de dióxido de carbono (CO2); y todo esto sucede al mismo tiempo que se acelera la migración de los productores agrícolas, que abandonan el campo por las ciudades, encabezados por los más jóvenes y calificados.
La búsqueda de un sistema ambiental más sustentable requiere grandes inversiones, así como un cambio de fondo en el estilo de vida de los productores, lo que incluye nuevas pautas de consumo y de producción, lo que acarrea inexorablemente una honda modificación cultural, a la que los campesinos, sobre todo los franceses, se muestran enemigos viscerales.
La emisión de dióxido de carbono ha disminuido un tercio en la economía europea desde 1990; y esto se contrapone con el virtual estancamiento del sector agrícola en este punto crucial, con el agregado de que esta es una tendencia que se orienta a prolongarse hasta 2040, o más, con solo una ínfima disminución de -1.5% de la emisión de CO2 entre 2020 y la fecha anterior.
Hay 91 millones de productores agrícolas en la Unión Europea, que operan con bajos márgenes de ganancias; y que están acostumbrados a que sus ingresos directos dependan de los subsidios de la CAP en una proporción de más de 50%.
El futuro agrícola europeo está signado por tensiones y conflictos crecientes entre este sector social y productivo y el gobierno de Bruselas, lo que modificará necesariamente su presencia y significado internacional.