Caminos para la revinculación económica exterior.

Ilustración: Daniel Roldán

El complejo agroproductivo sigue siendo el motor esencial de nuestras exportaciones. Sostiene la OCDE que la intensa participación internacional de una economía local genera altos beneficios a la gente común (“it benefits ordinary people”). Pero en una omisión que cuesta comprender, en los dos debates presidenciales recientes en Argentina no se hizo referencia las posibles estrategias gubernamentales al respecto.

Autor: Marcelo Elizondo en Clarin. ( * ) - 12/10/2023


Increíbles provincianistas y ombliguistas empedernidos, al parecer seguimos creyendo que vivimos en 1970 (en ese momento las exportaciones totales mundiales equivalían al 13% del producto planetario mientras en 2022 llegaron a casi 31%).

Los costos que pagamos ya están explícitos, pero los negadores construyen su propia realidad. Dice el filósofo danés Soren Kierkegaard que existen dos maneras de ser engañados: una es creer lo que no es verdad y otra es negarse a aceptar lo que sí es verdad. Nada es evidente porque siempre podemos negarnos a ver.

Solo por mostrar una dimensión del problema acudo al trabajo de la OCDE que mide en más de 50 países el porcentaje del empleo total de un país que está sostenido por la demanda exterior: la Argentina (solo 7%) es el anteúltimo en esa lista (solo está peor que nosotros Arabia Saudita, aun con un porcentaje similar). En Costa Rica, Chile y México el porcentaje supera 20%.

Luego del récord histórico medido en dólares de exportaciones argentinas logrado en 2022 (102.950 millones de dólares sumando bienes y servicios), propiciado por una extraordinaria alza de los precios internaciones tras el inicio de la guerra en Ucrania; en 2023 la Argentina está descendiendo a la menor participación en la historia en el total de lo comerciado entre los países del planeta (0,25%).

Explica este resultado (de 2023) un descenso en las ventas externas de 24% que se atribuye en gran medida a la sequía, pero que incluye (en un tercio del total) un descenso en los precios internacionales y también una caída en la venta exterior de bienes manufacturados que es efecto de problemas de organización económica interior (la sequía se superará en 2024 pero los otros dos factores probablemente no).

Aun antes del descenso de este año, la participación argentina en el total del comercio internacional global descendió 25% desde el inicio del siglo. Argentina y Venezuela son los dos países con peor evolución porcentual de sus exportaciones en lo transcurrido del siglo en la región.

El comercio internacional es (en lo que corre de la centuria) la principal vía que ha encontrado nuestro país para el ingreso significativo de divisas. Pese a ello, esas divisas nunca son suficientes por errores domésticos. Desde que comenzó el milenio Argentina acumula un superávit comercial de 190.000 millones de dólares; pero no hay mayor problema para un insatisfecho que el derroche que impide administrar sus recursos.

Anticipándonos, podemos prever que en 2024 habremos superado la sequía y (consecuentemente) la previsión de exportaciones de bienes es de 80.500 millones de dólares: 21% más que este año, pero aun 10% por debajo de 2022.

El complejo agroproductivo sigue siendo el motor esencial y representa 65% del total exportado (el complejo petrolero/petroquímico solo ronda el 10%)

Argentina tiene pendiente una reformulación sistémica de su relacion económica exterior. El populismo aislacionista nos ha generado pobreza (menor y peor empleo), destruye inversión (en lo transcurrido del siglo hemos perdido 70% de nuestra participación en el stock mundial de inversión extranjera directa), desacopla tecnológicamente a la economía, debilita empresas, reduce el PBI, impide mayor recaudación fiscal, empeora el acceso a bienes y servicios de los consumidores locales y reduce la capacidad de influencia geoestratégica del país.

Lo que está pendiente, pues, no es un mero retoque de algunos asuntos. Es mucho más. E incluye la creación de 10 condiciones.

1)Fortaleza institucional (sin derechos subjetivos no hay negocios sostenibles),

2)Estabilización macroeconómica (no se compite internacionalmente si no hay referencias básicas),

3) Modernización regulativa interior (reducir el intervencionismo, la politización de la economía y la rigidez normativa actuales; que son antitéticos con el dinamismo innovativo planetario),

4)Profesionalización eficiente de la burocracia (hay “socios estatales obligatorios” para las empresas y deben responder eficazmente),

5)Mejora en el capital humano (la nueva economía del conocimiento no se basa en máquinas sino en personas formadas),

6) Generación de entornos mesoeconómicos virtuosos (la competencia internacional no se produce entre los productos y ni siquiera entre las empresas, sino en la capacidad de crear alianzas y redes virtuosas entre diversos actores económicos),

7)C onformación de un soporte de infraestructura adecuado (no solo físico sino también digital),

8) Redefinición de los servicios de promoción comercial exterior (especialmente para pymes, que son más del 90% de los exportadores argentinos),

9)Activación de una intensa política de mejora en la reputación exterior (la legitimidad es un atributo critico para la elegibilidad en las nuevas redes de valor internacionales) y

10)Creación de una arquitectura institucional vincular internacional (celebración de numerosos tratados de integración exterior en los que no solo se reduzcan recíprocamente aranceles en frontera con otros mercados sino que, también, se creen confluencias regulatorias para compartir instituciones en espacios supranacionales que agilicen los flujos de ceración de valor supraestatales).

( * ). Marcelo Elizondo es especialista en negocios internacionales, Presidente de la International Chamber of Commerce (ICC) en Argentina