Una tormenta en el peor lugar y en el peor momento.
Las insólitas omisiones y contradicciones del debate; la Iglesia, un actor electoral; Insaurralde y los Kirchner; el peligro que acecha a Jésica Cirio; el 40% de pobreza visto desde Marbella
Autor: Carlos Pagni LA NACION - 03/10/2023
Hay muchísimos temas que están ocupando la agenda pública a medida que se acercan las elecciones. Uno de ellos es la cantidad de gente que estuvo interesada en ver el debate. Quiere decir que la política por razones más que obvias -la situación del país es muy complicada, muy angustiante- está demandando mucha atención. Hay mucha necesidad de explicación y de conocimiento equivalente, al monto de incertidumbre que hay hoy en la ArgentinaMe interesa destacar algunos rasgos principales de lo que vimos en la noche del domingo. Lo primero, lo más curioso. Los que tuvieron un mejor desempeño fueron los que tienen menos posibilidades de ganar. Juan Schiaretti, que más allá de sus insistentes referencias a Córdoba, tuvo posiciones muy interesantes, muy claras respecto de la economía y la política. Y a Myriam Bregman, que se desempeñó con extraordinaria soltura. Es trotskista, está acostumbrada a la discusión, al estado de asamblea, y lo demostró el domingo, más allá de sus posturas que son, como hay que esperar de un trotskista, muy radicalizadas y por momentos dogmáticas.
La propuesta más interesante pasó casi al azar, pasó sin que se pusiera el foco en el tema. Dos veces Juan Schiaretti habló de una institución que está en el centro del drama argentino. Muchas veces no se entiende el rol que cumple porque es un rol extraordinariamente cifrado, porque es técnico, que es el Banco Central. Pocas veces la discusión pública estuvo tan situada en el problema de la moneda, por lo tanto, en el problema del Banco Central y del tipo de conducción que debe tener esa institución. El debate es tan intenso que Milei insiste que hay que cerrarlo. Ahora dice que lo va a cerrar más tarde, pero quiere cerrarlo.
Schiaretti dijo que hay que entregarle el Banco Central a la oposición para garantizar la autonomía política de esa institución. Algo similar a lo que la Constitución Nacional establece para la Auditoría General de la Nación, que debe estar siempre en manos de la oposición al Ejecutivo. Más allá de estos dos candidatos, el resto parece haber repetido argumentos publicitarios.
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