No es el plan, es la gobernabilidad.
La principal incógnita que presenta hoy la Argentina no es el qué debe hacerse, sino el cómo: la posibilidad de tomar decisiones que sean obedecidas
Autor: Carlos Pagni LA NACION - 31/08/2023
Las primarias que se celebraron el 13 de agosto pasado declararon el triunfo de un candidato, Javier Milei, cuyo principal activo político radica en su capacidad para representar la irritación social y reorientarla hacia la dirigencia del país. Es decir, su capital reside en ser un outsider. Como sucede tan a menudo, en la virtud reside el vicio: por esas peculiaridades que muchísimos votantes aprecian, Milei carece de despliegue territorial y de capacidad parlamentaria. En la que se ubicó como segunda fuerza triunfó Patricia Bullrich, con la bandera de una ruptura con el statu quo, por sobre Horacio Rodríguez Larreta, que predicaba la necesidad de acuerdos dentro de la clase gobernante. A estos dos fenómenos se agrega otro: de los 35 millones electores habilitados, en esas mismas elecciones 11 millones decidieron ausentarse. Un desapego que coincide con la radiografía que registraron muchos estudios de opinión pública: innumerables argentinos pretenden un cambio radical, que termine con el orden reinante y los emancipe de la angustia en la que viven. Esos ciudadanos quieren, como consignó en una investigación el brillante especialista Roberto Zapata, dejar de sufrir.
El panorama es alarmante. Porque estos datos describen el clima en el cual deberán gestionarse los programas de estabilización que, con distintas melodías, prometen los candidatos a encabezar el próximo gobierno. Estabilizar, como se sabe, es ajustar. Esta es la razón por la cual la principal incógnita que presenta hoy la Argentina para cualquier observador se refiere a la gobernabilidad. No al plan que debe llevarse adelante, sino a la posibilidad de tomar decisiones que sean obedecidas. La pregunta no es por el qué, sino por el cómo.
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