Retenciones y unificación cambiaria, en la agenda política.

La planta de biocombustibles de la Asociación de Cooperativas Argentinas en Villa María, Córdoba, es una referencia sobre agregado de valor en origen y sustentabilidad ambiental.

De pronto, los dos temas que preocupan al agro (brecha cambiaria y retenciones) entraron de lleno en la agenda política. El sábado pasado, Javier Milei que “le vamos a permitir al campo el pago de retenciones a cuenta del impuesto a las ganancias”. Y agregó que “técnicamente es como eliminarlas”. (Escuchalo en este link desde el minuto 16:45). " Documentos  para ver   haga click aqui

Autor: Héctor Huergo Editor de Clarín Rural - 24/08/2023


Pero puso paños fríos a la cuestión de la brecha cambiaria y la meneada dolarización, dijo que se necesitan de 9 a 24 meses. “Primero hay que arreglar las Leliqs”, afirmó. Este miércoles, Patricia Bullrich fue más lejos. En el congreso de Coninagro (la central de cooperativas agropecuarias) lanzó a fondo la idea del régimen bimonetario, que implicaría salir de inmediato del diferencial, que alcanza niveles obscenos, lo que el agro percibe como un extraordinario mecanismo de exacción. Ingresa un dólar de 730 pesos y recibe 365.

En el caso de las retenciones, planteó algo diferente a lo de Milei. En lugar de convertirlas en un pago a cuenta del impuesto a las ganancias, lo que de por sí era un interesante avance frente al mordiscón (del 35% en la soja) sin anestesia ni contraparte, lo que propone Bullrich es pagar una parte del precio con bonos. Aclaró que se achicaría sustancialmente la alícuota a retenerse, porque el achicamiento del gasto implicaría menor necesidad de recursos para el fisco. Pero sostuvo que de esta manera el productor pasaría a percibir el valor pleno de su producto, aunque una parte se cobraría con un bono.

Digamos todo: no es una panacea. Lo ideal es erradicar todas las retenciones y percepciones de un saque. El tema es el desfinanciamiento del Estado. Esto es simplemente un intento por salir del laberinto. La mayor parte de los candidatos de la oposición y sus economistas repiten que no es posible prescindir de los derechos de exportación.

Es un cambio conceptual de enorme trascendencia. Y no implica desfinanciamiento, aunque obviamente habrá que hacer los deberes por el lado del gasto.

Digamos todo: Bullrich no está solos en esta propuesta. La había tomado hace ya un tiempo el gobernador de Córdoba y hoy contendiente electoral, Juan Schiaretti. Lo comentamos el sábado pasado en Clarín Rural, donde titulamos el editorial “El ‘modelo Córdoba’ y la captura de carbono”. (Ver nota relacionada) ¿Porqué es un hecho trascendente?

Los derechos de exportación constituyen una quita del precio del producto. Para obtener el permiso de embarque, el exportador debe liquidar los dólares por el total de la operación, y pagar los derechos de exportación. En el caso de la soja, el 35%. Esto altera la relación insumo/producto, lo que conlleva un claro sesgo anti tecnología: todo lo que se compra cuesta un 35% más en términos de producto. El resultado es la desintensificación y la caída del potencial de rendimiento. Ya está la experiencia: diez años de estancamiento en soja, donde la gabela es insoportable.

Completemos la idea. El exportador, además del permiso de embarque, debe recibir como contraparte un certificado de pago. Léase un bono. Cuando se da vuelta y compra la mercadería a procesar y exportar, pagará una parte en cash, y una parte con estos certificados (bonos). Por supuesto, la alícuota debe ser acorde con un impuesto a las ganancias razonable. Un 10 o 15%. El productor, así, percibe el “precio lleno” por su mercadería. El 85/90% cash, el saldo con un papel (o un instrumento virtual) que acredita su pago.

O sea, el Estado no se desfinancia, salvo en la proporción en que se achica la alícuota, lo que es indispensable y hace a la justicia tributaria. El actual nivel de retenciones es anticonstitucional, por confiscatorio.

Es obvio que si el campo sigue vivo, después de haber resignado 200.000 millones de dólares en 20 años de derechos de exportación, es porque tiene capacidad contributiva. Algún día habrá que formalizar una reparación histórica por esta succión. Ahora, lo importante, es cortar el chorro, y adecuarlo a la realidad de la ecuación productiva.

“Festival de bonos”, dirá alguno. “Déficit quasi fiscal”, responden otros. “¡Que las saquen de una!” piden los ruralistas. Que las retenciones se conviertan en una suerte de ahorro forzoso y un mecanismo de pago del impuesto a las ganancias es “the second best” (la segunda mejor opción) ante la exacción sin anestesia del modelo actual.

"El editorial “El ‘modelo Córdoba’ y la captura de carbono”.haga click aqui