Los precios y tarifas de la canasta energética en la estabilización
Un plan de estabilización va a implicar una devaluación del peso, Según datos del Informe Carta Energética los subsidios totales en dólares corrientes al sector energético el año pasado totalizaron 13.015 millones, equivalentes a 2.08% del PBI. En los primeros cuatro meses del año ya sumaron 3.316 millones de dólares, contra 3.980 del año pasado, un 17% menos.
Autor: Daniel Montamat en Clarin - 17/07/2023
Hay que recordar que en el 2014 alcanzaron 20.815 MMUSD, y que la administración anterior (reajustes tarifarios mediante) los había bajado a 4.931 millones (1.1% del producto). Debe también tenerse en cuenta que las transferencias más importantes del Tesoro se realizan a CAMMESA (para subsidiar el precio de la electricidad mayorista para todo el país), y a ENARSA (para subsidiar el precio del gas que importa de Bolivia y por barco –GNL-, también con alcance nacional).
Los precios del petróleo y los combustibles no reciben subsidios fiscales, pero tampoco han estado alineados con los precios internacionales. Cuando están por debajo de las respectivas referencias de importación y exportación, son los productores las que absorben el subsidio económico.
En ocasiones en que el “barril criollo” consagra precios internos mayores a los internacionales, son los consumidores los que subsidian a las empresas. En los últimos meses se ha producido una corrección a la baja en el ICE Brent (referencia para nuestros crudos) por debajo de los 80 dólares, lo que generó una convergencia entre los crudos locales y sus paridades de exportación.
Con estos parámetros, los precios pagados en el mercado interno pasaron a estar prácticamente en paridad para el Escalante y el Cañadón Seco, mientras que para el Medanito, la diferencia está en los mínimos históricos. En otras palabras, los precios de los crudos locales casi están alineados con las referencias internacionales. La canasta de combustibles (nafta, gasoil) acumula en pesos una suba del 30% para las variedades grado 2, y 33% para las de grado 3 en Capital Federal, mientras que para el promedio del país el aumento es de 37% para las naftas y 32% para el gasoil, frente a una inflación acumulada de 53% en el mismo período (si se repitiera el último dato de inflación en el mes de junio), en tanto que la depreciación acumulada del peso en ese período es de 40%. El desfasaje hace que el promedio (nafta/gasoil) todavía presente una distorsión negativa de alrededor del 11% respecto a las paridades de importación.
La reducción parcial de los subsidios energéticos con impacto fiscal es consecuencia de los aumentos derivados de la implementación de la segmentación tarifaria. Dentro de los subsidios a la energía eléctrica se destaca la reducción en términos nominales en las transferencias a CAMMESA, donde se vio una variación negativa del 7% en los primeros cuatro meses del año con respecto al mismo período del año pasado, lo que se explica por la actualización de los precios estacionales de la energía sancionados recientemente, por encima de los costos de generación eléctrica. El precio mayorista de la energía en el MEM promedia los 82 USD/MWh en este año, sostenido por el consumo de combustibles alternativos en los meses de invierno. Actualmente las distribuidoras pagan por la energía a nivel mayorista un promedio de 46 USD/MWh, cuando en el 2022 se pagaba un promedio de 35 USD/MWh.
En contraste, en los primeros meses del año se han incrementado fuertemente las transferencias a ENARSA en concepto de anticipos para el pago de importaciones de GNL para cobertura del período invernal. En gas natural los costos de cobertura para los consumos subsidiados estarían alrededor del 40% por los aumentos segmentados en los precios. De un precio ponderado de gas natural de alrededor de 4.41 USD el MMBTU, el nivel menos subsidiado paga el 75% del costo económico, y el más subsidiado (tarifa social) sólo un 22%.
No es casual que haya referido todas las unidades de precios y tarifas energéticas a dólares. Alguno puede pensar que el dólar americano, como moneda más estable permite comparar valores nominales de un año a otro mucho mejor que el peso que, con inflaciones mayores al 100% anual ha perdido su condición de unidad de medida y reserva de valor.
Pero aquí destacamos el comparativo en dólares porque todos los cálculos están hechos al dólar oficial. Con una brecha de entre el 80 y el 100% con las cotizaciones paralelas, y un retraso evidente del dólar oficial respecto a la evolución de los índices de inflación, es casi una verdad de Perogrullo que un plan de estabilización (imprescindible para no terminar en hiperinflación), va a implicar una devaluación del peso de mayor o menor magnitud según la confianza que generen las medidas de acompañamiento de coyuntura (monetarias, fiscales, cambiarias) y las reformas estructurales, incluida una nueva estrategia de desarrollo.
La devaluación del peso va a reducir en dólares los precios de la canasta energética, alejándolos de nuevo de sus costos económicos. Si no hay reacomodamiento de esos precios aumentarán proporcionalmente los subsidios, y las distorsiones pueden llevar a reincidir en políticas fallidas. Es muy importante en la secuencia que plantee el plan estabilizador, la sintonía fina con el sendero de recuperación de precios y tarifas energéticos para consolidar el equilibrio de las cuentas públicas y para permitir que la energía se convierta en una de las locomotoras del programa de desarrollo inclusivo que nos debemos.