"Te espero en el puerto"
La brecha cambiaria, que ha llegado al 100%, se ha convertido en el eje principal del debate económico. Pero no debe quedar en segundo plano el tema de los derechos de exportación.
Autor: Héctor A. Huergo editor de Clarin Rural - 05/07/2023
Las dos grandes cuestiones que impactan en la línea de flotación del agro son los derechos de exportación y la brecha cambiaria. Como esta última ha llegado al 100%, un nivel considerado insostenible, se ha convertido en el eje principal del debate económico. Para el agro, principal sector exportador, implica una exacción obscena.
Mientras los economistas se devanan los sesos para encontrar una puertita de salida para esta cuestión crítica, no debe quedar en segundo plano el tema de los derechos de exportación. Prevalece, en los políticos con más chances, el criterio de que “es imposible” abandonar estas gabelas.
Abundan las menciones estilo “en la medida de lo posible”, “cuando crezcan otros sectores exportadores”, “paulatinamente”, etc. etc. Ya estuvimos ahí y sabemos que este gradualismo conduce a la perpetuación. Con el agravante de que los expertos del FMI presionan para que prevalezca el criterio fiscalista que subyace como todo fundamento, sin mirar mucho las consecuencias.
Por eso vale la pena volver a la carga con una idea que volcamos en estas páginas hace ya muchos años, y que felizmente parece ir penetrando en algunos ámbitos del sector y afuera de él. El argumento principal para mantenerlas es la facilidad de cobro. “Te espero en el puerto”.
De allí no se sale si previamente no se pasa por caja. Por eso se plasmó el término “retenciones”. La Aduana retiene y recauda. El Estado se hace de un tercio de la soja, sin anestesia. Y de un 15% de los demás granos. En los 20 años de vigencia del régimen, tras la salida de la convertibilidad en 2022, recaudó casi 200.000 millones de dólares.
Mucha plata y aquí reside el problema: eliminar las retenciones es desfinanciar al Estado. Lo que hemos propuesto es bastante sencillo y, según los expertos con los que hemos debatido el tema, operativo. Se trata de sustituir el concepto de las retenciones como derechos de exportación, por uno más plausible y menos discriminatorio: un anticipo sobre el impuesto a las ganancias.
Parece más de lo mismo, pero es sustancialmente distinto. Primero, un anticipo nunca puede ser mayor a lo que se debería recaudar al final del día. Por lo tanto, olvidarse de alícuotas del 33/35%, como las que rigen para la soja, ya que implican de por sí mucho más que lo que correspondería a Ganancias (35%). Así que lo primero es bajarlas a niveles compatibles con la alícuota general (también 35%).
La idea se completa con una contraprestación. El monto retenido se convierte en un bono. Puede ser uno ya existente, idealmente el más abundante y líquido. Hoy el exportador, cuando quiere obtener un permiso de embarque, va al organismo pertinente y paga la retención. A cambio, le dan un recibo y la autorización para despachar la carga. La propuesta es que además del recibo y el permiso de embarque, le entreguen la cantidad de bonos equivalente al monto abonado.
El mecanismo evita el temido desfinanciamiento del fisco. Convierte a la exacción en una especie de ahorro forzoso. El exportador se da vuelta y paga (¿el 20%?) la mercadería con estos bonos. El productor puede hacer con ellos varias cosas: venderlos (seguramente con quita importante), guardarlos, o destinarlo a inversiones, consumo o lo que quiera. Se pueden imaginar también alternativas de “políticas activas” que tanto les gustan a los hacedores de planes y programas. Desde el impulso al riego a inversiones en valor agregado, en una actividad tan dinámica y con tan baja aversión al riesgo como la agropecuaria moderna.
Muchos economistas pondrán el grito en el cielo. “Eso aumenta el déficit cuasi fiscal”. “El festival de bonos”. Es más sencillo lo de ahora, sin duda. Pero el gran robo de granos (20 veces mayor al que se hizo famoso en 1972, cuando los rusos se compraron todos el trigo del mundo sin que Occidente se diera cuenta) está impactando seriamente en el flujo de divisas. Esto tiene que cambiar y hay cómo hacerlo