El maíz, un arma cargada de futuro

La fertilización en maíz rinde sus beneficios. Entre otras virtudes, el maíz, esa “materia prima”, actúa como un agente de digestión de un gas de efecto invernadero.

El congreso anual dejó mucha tela para contar. Una cascada maravillosa de producción de comida, energía renovable y servicios ambientales en toda la cadena.

Autor: Héctor Huergo Editor de Clarín Rural - 03/06/2023


Dedicamos esta edición de Clarín Rural a recoger lo que ocurrió en el Congreso de Maizar, celebrado en el Golden Center de Buenos Aires. La necesidad de un cambio en la política para el sector estuvo en el centro del tablero desde el arranque, con la presencia de figuras clave en la ya lanzada contienda electoral. Hacía falta.

Pero también hacía falta meterse a fondo en la agenda específica del maíz, que es mucho más que un cultivo esencial en las rotaciones. Se ha convertido en el paradigma de un modelo país que encuentra en él todos los atributos de la modernidad: ciencia, tecnología, inteligencia humana y artificial. Y, sobre todo, ambiente.

En el arranque, el presidente de Maizar, Pedro Vigneau, puso la vara bien alta. Rompió el fuego quitándose los zapatos frente a una abigarrada audiencia, para ponerse unas zapatillas cuya suela era de un plástico obtenido a partir del maíz. Enseguida recordé que hace unos quince años, cuando ni se hablaba de movilidad eléctrica, y no había estímulo alguno, encontré a Pedro (que en ese momento era presidente de Aapresid) bajando de un Toyota Prius. “Este es un tipo coherente”, pensé. No solo proclamaba la sustentabilidad desde la gran entidad promotora de la siembra directa. La ejercía en su vida privada.

En yunta con el inefable Fernando Vilella, un gran promotor de la bioeconomía, armaron un congreso espectacular, en el que el telón de fondo fue la cuestión de la huella de carbono. Impregnó todos los paneles e incluso los stands de las empresas que acompañaron el evento. Pero quedó mucha tela para cortar. Y contar. Veamos.

El tema del etanol fue uno de los ejes centrales. No solo es valor agregado para una “materia prima” que aprendimos a producir de manera competitiva, sino que también es sustitución de petróleo. La mayor contribución ambiental de la Argentina ha sido implantar el corte de las naftas con etanol y del gasoil con biodiesel. Estamos a media máquina, con un 12%, pero arrancamos.

Y arrancamos también con las exportaciones. Nada menos que a la Unión Europea. Para poder entrar en ese mercado protegido, hubo que atender una demanda concreta: demostrar que había una reducción de al menos un 70% de las emisiones. Para ello, fue necesario analizar el ciclo de vida desde el cultivo hasta el proceso y el transporte.

Se logró. En el Congreso de Maizar se explicó porqué el maíz argentino es el de menor huella de carbono del mundo. A ello, las dos compañías que exportan (ACABio y Bio4) tuvieron que sumar su parte. La primera, capturando el CO2 de la fermentación del mosto y destinarlo a las bebidas carbonatadas, en sustitución del gas de origen fósil. La segunda, integrando y “haciendo dialogar” las plantas vecinas (Bio4 y Bioeléctrica), donde los subproductos y efluentes se valorizan mutuamente.

Hay más hilo en el carretel. Pocos saben que la planta de urea de Profértil, en el polo petroquímico de Bahía Blanca, necesita CO2. Entonces, está consumiendo el CO2 que genera la gigantesca planta de Mega, propiedad de Dow, YPF y Petrobras. Allí elabora etanol y otros productos a partir del gas.

Antes, ese CO2 se venteaba totalmente. Ahora, se convierte en urea. Esa urea va al campo, donde se transforma en maíz o trigo. Al final del día, el maíz, esa “materia prima”, actuó como un agente de digestión de un gas de efecto invernadero. Una cascada maravillosa de producción de comida, energía renovable y servicios ambientales en toda la cadena.

No todo esto está hoy totalmente protocolizado ni forma parte de la ecuación de emisiones. Falta integrar los cálculos de cada empresa, de cada eslabón, en el número final. Para eso están las calculadoras y certificadoras que han irrumpido en la actividad.

Gabriel Celaya decía que la poesía es un arma cargada de futuro. El maíz, en esta Argentina vapuleada, es poesía. Es presente y sobre todo, es futuro.