Adolfo Cambiaso y un emotivo adiós a la yegua que marcó su carrera y que clonó: Dolfina Cuartetera.
El notable ejemplar, considerado uno de los mejores de la historia, murió a los 22 años en el campo del polista, en Córdoba.
Autor: Claudio Cerviño LA NACION - 06/05/2023
Se dice, lo dicen los propios jugadores, que el caballo en el polo es el “70%” en cuanto a su incidencia en el juego. Pero algunos caballos ese porcentaje puede ser aún superior. Son los caballos top, los elegidos, los que quedan grabados a fuego en la historia. Cuando uno pregunta a los entendidos sobre los mejores jugadores de todos los tiempos, nadie duda en señalar a Juan Carlos Harriott (h.), emblema de Coronel Suárez, y a Adolfo Cambiaso (h.), alma mater de La Dolfina. Y a la hora de identificar a las yeguas que dejaron una huella, brotan tres nombres que se robaron la escena en los últimos 45 años: Marsellesa, Luna y Dolfina Cuartetera.
Dolfina Cuartetera fue la yegua que marcó la carrera de Cambiaso. Que tuvo muchos ejemplares por los que sintió especial debilidad: Lobo, el que lo acompañó de su ascenso de 0 a 10 de handicap; Colibrí, un petiso endemoniado que parecía un Scalectrix en la cancha; Aiken Cura, otro ilustre montado del que pudo disfrutar unos pocos años antes de que se lesionara. Hasta que apareció Dolfina Cuartetera. “La mejor de toda la historia. Lo máximo a lo que me he subido”, dijo alguna vez Adolfito. Jamás cambió de opinión, a pesar de que tiempo después, en una decisión revolucionaria, decidió clonarla. La familia Cambiaso, desde Adolfito, pasando por su mujer, María Vázquez, y siguiendo en sus hijos, Poroto, Mia y Myla, todos sintieron una especial predilección por Cuartetera.
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