Riego, litio y Vaca Muerta; todo suma.
Más allá de la grieta, es bueno que el Gobierno haya lanzado un ambicioso plan federal de riego. Puede conectar con la creciente demanda de biocombustibles.
Autor: Héctor Huergo Editor de Clarín Rural - 05/05/2023
Estoy con ganas de sumar. Está bueno, porque en este país de la grieta siempre estamos listos para encontrarle un problema a cada solución. O cuando aparece una idea, le oponemos otra. Y yo pienso que no es una o la otra, sino las dos. Aunque tenga el corazoncito puesto más en una que en la otra. Avancemos.
Está muy bueno que el secretario de Planificación del Desarrollo y la Competitividad Federal, Jorge Neme, haya lanzado un ambicioso plan de riego. En 5 años sumarían 2 millones de hectáreas, la misma área que en la actualidad, y proyectan alcanzar en una década el objetivo de máxima: 8,3 millones de hectáreas, que es el potencial para nuestro país que planteó un estudio de la FAO realizado entre 2013 y 2015.
Tratamos varias veces el tema. Sobre todo a partir de las enormes pérdidas que ocasionaron las sequías de los últimos años. Creemos que junto con las buenas prácticas agrícolas, y la llegada de tecnologías como el HB4 en trigo y soja, el riego es la llave maestra para un nuevo salto productivo en la era de la Segunda Revolución de las Pampas. Asegurar el agua es ponerle un nuevo piso al campo, porque permitiría ir a fondo con modelos “ofensivos”, como los que le gustaban a los grandes hacedores del salto de los rendimientos entre 1995 y 2020. Los Ramón Agrasar, Victor Trucco, Rogelio Fogante, Eduardo Leguizamón, Francisco Firpo y tantos otros que pusieron hitos en este sendero.
Me dirán: “Este gobierno ya fue, y Neme es un encumbrado funcionario que ahora aparece con este discurso póstumo”. Bueno, lo importante es que se hizo cargo de algo que venimos sosteniendo, parafraseando al gran ingeniero Aníbal Colombo: “Ni una gota de agua al mar”. Contamos con extraordinarios recursos hídricos, pero los aprovechamos con cuentagotas. En la pampa ex húmeda, pinchamos y regamos desde algún acuífero, pero la gran tarea es aprovechar los grandes ríos que surcan el país de norte a sur y de oeste a este, bajando de la cordillera o del Planalto brasileño y paraguayo. Hagamos algo con el Paraná, el Bermejo, el Primero, el Segundo, el Tercero, el Cuarto y el Quinto. El Colorado, el Rio Negro, el Chubut, el Santa Cruz. O aprovecharlos para los drenajes, son tan necesarios como llevar el agua.
Ya sé, “es complicado ponerse de acuerdo en las cuencas”. Bueno, es hora.
Otros dirán, también lo sabemos, que el riego “tiene sus problemas”. Que el agua tiene sales, o las hace aflorar, etc. Hay técnicas conocidas que permiten manejar la salinidad. Desde correctores del agua (como en California, donde el “gypsum” (léase yeso) es moneda corriente. O como hacen buenos productores del sud de Santa Fe, que regulan los riegos en función de la evolución de los parámetros de salinización que van midiendo. Porque el agua de lluvia (que es agua destilada) hace un efecto de lavado. En síntesis, se puede lidiar con esto. Hemos visto en Chile, hace ya muchos años, alfalfas para semilla sembradas en campos que previamente se zanjeaban con las Dondi, permitiendo el drenaje de agua con sales. Así lavaban los lotes y tenían unas alfalfas espectaculares.
Bueno, no importa si Neme es peronista y ya se va. Importa la idea de una política de Estado, con financiamiento internacional, para hacer lo que hay que hacer. Just do it. De vez en cuando, el peronismo hace las cosas bien. No le vamos a negar a Florencio Randazzo lo que hizo cuando le sacó la emisión de los pasaportes a la Policía Federal (también el DNI) o informatizó Migraciones y la mejora de los trenes. Al fin y al cabo, muchos grandes funcionarios se sumaron al gobierno de Carlos Menem. Entre ellos, el propio Neme.
Ahora, voy a lo que no me gusta tanto, pero no es para ponerse en la vereda de enfrente. Este gobierno está embalado con dos cuestiones que, a mi juicio, no tienen perspectiva de largo plazo. Una es Vaca Muerta. Otra es el auto eléctrico. Están en la agenda cotidiana.
Vaca Muerta es aquí y ahora. Necesitamos gas para la industria petroquímica y la generación eléctrica. Pero el mundo ya está en otra cosa. Además, las noticias que vienen de Estados Unidos, donde en los últimos años se vivió el boom del shale oil y el shale gas, no son alentadoras. Los principales yacimientos ya hicieron el “peak” (tocaron cumbre) y la producción viene cayéndose a pedazos. Cuidado.
Lo del auto eléctrico tiene varias vertientes. Una, la abundancia de Litio, sin duda un recurso de extraordinario potencial. Pero me corre frio por la espalda cuando escucho a alguno decir que “no tememos que exportar litio, tenemos que exportar autos eléctricos”. Ya estuvimos ahí. Está bien apoyar el auto eléctrico, pero no a costas del recurso.
Y ya que hablamos de sumar, en este punto vale la pena pensar que quizá estamos perdiendo la oportunidad de acoplarnos a Brasil en su propia idea de movilidad, basada en biocombustibles. Uniendo puntas, si hacemos el riego que propone Neme, nos van a “sobrar” 50 millones de toneladas de maíz a corto plazo. Y 5 millones de toneladas de aceite de soja. Etanol y biodiesel crecen a los saltos en Brasil y también en Estados Unidos.
¿Ven que todo suma? No es A o B. Es A+B.