"Estamos viendo serios problemas de cantidad y calidad en las semillas de soja"
Lo advierte Alfredo Paseyro, director ejecutivo de ASA. También se refirió a las restricciones para importar y a las oportunidades de la agroindustria enlentecidas.
Autor: Mauricio Bártoli en Clarin Rural - 17/04/2023
Alfredo Paseyro, es director ejecutivo de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA). Egresó de la universidad CAECE como Analista en Sistemas, tiene un postgrado en Agronegocios (UBA) y otro en Estrategia Política, éste último realizado en China. Tiene 36 años de experiencia laboral en agronegocios, principalmente en economías regionales y siempre en producciones destinadas a la exportación. Además, cuenta con una amplia participación en las organizaciones gremiales relacionadas a la actividad.
-El mercado de insumos agrícolas US$ 8.000 millones -¿Cómo afectó la sequía a la industria semillera?
-El impacto fue similar a lo que están padeciendo los productores. Depende de las zonas, pero en general hemos utilizado riego suplementario, y de todos modos no fue suficiente para contrarrestar esta sequía histórica. Habitualmente regamos 150 milímetros que se suman al régimen de lluvias para completar lo que necesitan los cultivos. Este año hemos tenido que duplicar esa cantidad de agua la escasez hídrica, pero también impactaron las altas temperaturas sobre la viabilidad del polen y el llenado de granos.
-¿Qué resultados finalmente tuvo la cosecha de semillas?
-En términos generales, la agroindustria semillera sembró casi un 20% más de área para recuperar stocks, pero los rindes fueron 15% menos en promedio, respecto de lo esperado. La producción de semillas de trigo también atravesó dificultades en las evaluaciones de pureza, poder germinativo, por lo cual quedó corta la producción de semillas fiscalizadas de trigo. Entonces, el Instituto Nacional de Semillas (Inase) habilitó lo que se denomina siembra de productores de primera multiplicación, con la autorización del obtentor y la auditoría del INASE, para velar por la calidad de la semilla que recibe el productor. En soja se demoró la campaña por la sequía con lo cual recién estamos evaluando la incipiente cosecha, seleccionando calidad en una cantidad adecuada.
-Entonces, se espera al Niño para recuperarse, pero ¿pueden faltar semillas?
-La merma en cantidad de semillas no es dramático, pero la oferta de variedades y grupos de madurez puede no ser tan amplia como para satisfacer demandas puntuales de los productores. Esto mismo pasa en Uruguay y puede pasar que el país vecino necesite importar semillas. Como la genética que utilizan es de procedencia argentina, están viendo si pueden comprarnos pero desde Argentina no sabemos si vamos a poder aprovechar esa oportunidad comercial. Ahora el productor está esperando que llueva, para empezar a sembrar trigo a partir del 1° de mayo, peor habrá que ver si hay disponibilidad de una variedad para el ciclo oportuno o tenemos que sembrar lo que haya en cantidad, sin ser específicos pero preservando la calidad.
-Encima hay restricciones importadoras en fertilizantes y fitosanitarios.
-Claro, la producción funciona como sistema. La mejor genética necesita fertilización y fitosanitarios para la protección de los cultivos. Y en ese contexto van a aparecer un par de factores, como la densidad de siembra, que en el caso del maíz de planteos tardíos exige menos semillas por hectárea, y también juega la ganadería, con lo cual podríamos tener un balance que alcance para cubrir la demanda de siembra.
-¿Cómo incide la ganadería?
-Hoy la ganadería empezó a recuperar espacio, donde había sido desplazada por la agricultura. Se puede ver en la ruta 2, la 5, entre otras. Entonces, la productividad de lotes que no son idealmente agrícolas también se desarrolla con sorgos y maíces doble propósito, que requieren menos densidades que un maíz para grano. Un productor referente, de Carhué, contaba que en partes de su campo, como puede la cresta de un médano, donde siembran 30.000 o 40.000 semillas por hectárea. Y en la zona núcleo estamos acostumbrados a hablar de 80.000 semillas por hectárea. Es una novedad muy interesante, porque tiene que ver con la siembra variable. Todo vale, y el maíz ya se vende por semilla, a diferencia de la soja y el trigo que se vende por kilo o por bolsa.
-¿Cuánto fue la inversión de la cadena de insumos agrícolas en la campaña que termina?
-Se estima un mercado de US$8.000 millones, que lamentablemente no dio los resultados esperados para los productores. Por eso, mirando hacia adelante, el factor financiero es otro elemento a tener en cuenta. Los bancos se están reuniendo con las empresas proveedoras de insumos para ver cómo están sus carteras, y las firmas de semillas, fertilizantes y fitosanitarios a su vez miran sus cuentas corrientes con los productores. Vemos que a muchos productores les van a quedar saldos pendientes por la cuestión climática, a eso habrá que refinanciarlo y además volver a darles los insumos para que vuelva a sembrar y salde los compromisos de esas cuentas. En Expoagro se habló mucho de eso y se está actuando en toda la cadena.
-¿Cómo están las gestiones ante el Gobierno?
-Todos tenemos que trabajar para que los insumos que son importados lleguen en tiempo y forma. El Gobierno está trabajando en eso, aunque conocemos las restricciones del Banco Central. Las cámaras de semillas, fertilizantes y fitosanitarios tenemos un contacto diario, fluido, con las secretarías de Agricultura y de Comercio Exterior.
-¿Qué restricciones les preocupan más?
-A esta altura somos muy conscientes de las restricciones. Por ejemplo, en el caso de ASA, que representa a casi todas las empresas de semillas hortícolas de la Argentina, se ha gestionado importaciones, creemos que en el Gobierno entienden el tema y semana a semana se va liberando. Lo que pasa que son determinantes los ciclos, porque si habláramos de trigo no serviría que entren las semillas en noviembre, cuando ya terminó la siembra. Sobre estamos colaborando para establecer con los funcionarios prioridades en función de la fecha de siembra.
-Recientemente se desarrolló en nuestro país el 4° Congreso Mundial de Girasol. ¿Qué representó para las empresas semilleras argentinas?
-Fue una gran oportunidad, especialmente por la delegación de la India. A partir de la guerra en Ucrania el sector semillero argentino de girasol amplió su producción y están dadas las condiciones para crecer. Hay una estimación de siembra por arriba de las 2 millones de hectáreas y en ese caso si hay disponibilidad de semillas en cantidad y calidad, por lo cual abrimos la expectativa de profundizar el vínculo con la India, que es un gran comprador.
-¿Qué otras oportunidades tiene la industria semillera argentina fuera de los cultivos principales?
-Hay que tener en cuenta al algodón y las 400.000 hectáreas en las que se siembra, las legumbres con otro tanto de superficie, el maní con 380.000 hectáreas. Son sectores que en los que el mejoramiento genético viene relegado. Y son sectores que hay que ponerlos en valor. Respecto del algodón, por ejemplo, la genética viene del INTA y la promueve comercialmente una pyme nacional. Lo mismo sucede sobre garbanzos. Ahí también hay oportunidades y esperamos que prospere en el Congreso el proyecto de Ley de Fomento Exportador, que en uno de sus puntos contempla incentivos al uso de semillas fiscalizadas de autógamas. Ojalá se pueda avanzar, como incentivo concreto a los productores, con beneficios impositivos y en la amortización de la inversión. Aunque no sea la solución a todos los problemas de competitividad, sería un avance.