Cómo afectaron la Niña y el Niño al campo argentino a lo largo de la historia.
Las oscilaciones climáticas tienen una incidencia central en la producción agropecuaria. Un análisis histórico en el contexto de una de las peores sequías.
Autor: Fernando Vilella en Clarin Rural - 20/02/2023
El Niño es un fenómeno meteorológico asociado a la irrupción ocasional de aguas superficiales cálidas del Pacífico en las costas de Perú y Ecuador, está generada por cambios en la presión atmosférica en la parte oriental y occidental del Pacífico ecuatorial. Cuando se produce genera intensas lluvias en las zonas ecuatoriales e intertropicales, así como en la Argentina. Los pescadores peruanos lo asociaron con la desaparición de los cardúmenes de peces en la época navideña, y por eso lo llamaron El Niño. Por oposición cuando el agua está más fría, se generan sequías y es llamada La Niña, fenómeno que hace unos 3 años estamos atravesando. Hay años Niño, Niña y la mayoría neutrales.
Hoy estamos atravesando un tercer año de La Niña, con una de las sequías más intensas de la historia, es el octavo año más seco de la historia con valores de hasta 500 y 600 mm por debajo del promedio en sectores del Litoral y región Pampeana.
Este es un fenómeno de escala planetaria donde el cambio de una variable a veces lejana, genera consecuencias de magnitud global. Muy cercano al concepto de Edward Lorenz en su Teoría del Caos con … el aleteo de una mariposa… Están asociados los ciclos de sequía y los de inundaciones, ambos frecuentes con cierta alternancia. Un fenómeno global que se intensifica cada año es el Cambio Climático Global, y a este se le asigna acertadamente responsabilidad en muchos fenómenos, con lo cual resulta procedente preguntarse si es así en este caso. Un camino es verificar si hubo en la historia eventos semejantes. Y los hay.
Tenemos dos tipos de registros históricos de datos, aquellos pre-científicos basados en relatos de viajeros, escritos u observaciones de pobladores y los sistematizados a partir de registros desde la creación por Sarmiento del Servicio Meteorológico Nacional en 1872.
Datos interesantes surgen de los 46 volúmenes de los Acuerdos del Cabildo de Buenos Aires que van desde 1589 hasta 1821. En la época frente a un periodo seco se decretaban cierres de comercio para novenarios, octavarios y procesiones para implorar clemencia al santo patrono San Martín de Tours. En 210 años hay un centenario de alarmas que llevaron a estos exorcismos. Algunos de ellos pueden deberse a una fuerte dependencia anímica de la interpretación mágica, que se convocaba tal vez ante sequías de poca intensidad y duración. Hay dos períodos de sequías muy graves y prolongadas (entre 1690 y 1708 y entre 1753 y 1758) así como entre 1804 y 1810 hubo excesos de precipitaciones e inundaciones de diversa gravedad.
Estos fenómenos naturales causaban múltiples trastornos unidos a las mangas de langosta y al recrudecimiento de diversas plagas. Años de malas cosechas trigueras, desaparición de “verduras y hortalizas” del mercado lo que obligaba a pedir dispensa de comer carne por ser imposible observar los ayunos rituales. También mortandades de ganado que llegaron a reducir las existencias de vacunos a la tercera parte durante 1791.
Desde 1827 hasta 1832 reinó una gran sequía, período conocido como de la “Gran Seca” (Ibid.) o “Gran Seco” (Darwin, 1945).
Juan Manuel de Rosas en su correspondencia con sus estancias, hay unas 2.000 fojas en el Archivo General de la Nación. En una de 1843 dice: “El mal tiempo continuó en aumento. El viento y la lluvia volteaban los corderos por cientos y morían a los pocos minutos. Truenos, rayos, torrentes de lluvia y el viento soplando como un huracán…”, y el escritor William Henry Hudson en 1846 escribió “Había sido una estación muy lluviosa y los campos bajos se habían convertido en verdaderas lagunas…” En el invierno de 1857 se registraron temporales que determinaron una terrible inundación al desbordarse los ríos y lagunas “encadenadas” y se registra un hecho sin precedente en la historia del Río Salado (normalmente no navegable): la llegada del “Río Salado del Sud”, un barco a vapor, con ruedas laterales a Chascomús donde llega el 11 de agosto. Partió de la boca del Riachuelo e ingresó al Río Salado por la Bahía de Sanborombón. Ello permitió a las ciudades de Dolores y Chascomús que estaban aisladas, de proveerse de frutas y verduras del Delta y a la vuelta traer lanas y cueros a la ciudad de Buenos Aires.
Sabios como Estanislao Zeballos o Florentino Ameghino, fueron capaces de un pensamiento sistémico que aporta luz a como pensar los ciclos secos y húmedos. Ameghino publica “Las secas e inundaciones en la Provincia de Buenos Aires”, 1884. Su subtítulo resume todo un programa de acción: “Obras de retención y no de desagüe”, acumular agua para los periodos secos.
En el periodo científico según un trabajo de Scarpati y Capriolo hubo 33 años con inundaciones (1873, 1874, 1877, 1881, 1884, 1886, 1890, 1895, 1900, 1913, 1914, 1915, 1919, 1922, 1925, 1926, 1940, 1951, 1957, 1962, 1963, 1973, 1978, 1980, 1984, 1985, 1986, 1987, 1992, 1993, 2000, 2001 y 2002). Con las más intensas en 1980, 1985, 1991, 1993, 2001 y 2002.
También hubo 47 episodios de sequías (1879, 1883, 1910, 1917, 1918, 1921, 1925, 1929, 1930, 1936, 1937, 1938, 1939, 1950, 1952, 1954, 1955, 1956, 1959, 1960, 1962, 1963, 1967, 1968, 1970, 1971, 1972, 1974, 1975, 1976, 1977, 1979, 1981, 1983, 1988, 1989, 1995, 1996, 1997, 1998, 1999, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008 y 2018), siendo las más graves las de 1974, 1989, 1995, 1996, 1999, 2008 y 2018. Hay que tener presente que la segunda mitad del siglo XX hubo un aumento generalizado de precipitaciones que corrieron la zona agrícola muchos kilómetros hacia el oeste y que si hubiera una reversión del periodo húmedo habría que tener estrategias de contingencia que las contuvieran.
La grave sequía de 2018 generó una caída del PIB del 2,5%, junto con la conmoción financiera y la depreciación del peso que se produjo a partir de abril de ese año. La recesión económica comenzó en el segundo trimestre, las exportaciones se contrajeron más del 8%. La de la campaña 2008/2009, enmarcada en la crisis global financiera generó una pérdida de más del 40% de la producción.
En esta sequía además de la grave caída en la cosecha de trigo, legumbres y cebada, según datos de CREA, hay una reducción del 30% de la superficie de maíz, también una baja en la superficie de soja y atrasos en su implantación de varias semanas de demora. Por ello, buena parte de la oferta de oleaginosas para marzo y abril de 2023 no estará disponible. Otros productos comprometidos son el algodón, los productos de los cinturones hortícolas y fruteros, el girasol, el sorgo y la miel. También, tendrán fuertes quebrantos por la falta de pastos y forrajes el sector avícola, la ganadería vacuna de carne y leche como la cadena porcina.
Esta historia de niños y niñas es producto de complejos entramados de variables que impactan fuertemente en nuestra economía e historia. Entenderlos debería ser la base de una estrategia que como la visión modernizada de los sabios del siglo XIX los comprenda en toda su complejidad y actúen a la manera del sueño del faraón interpretado por José, acumular los años de vacas gordas para cuando estén flacas.