Los impactos económicos y políticos de la sequía serán múltiples y severos

Mariano Vior

Nuestro país enfrenta periódicamente, cada diez o doce años, los efectos negativos de sequías relativamente severas. En estos momentos estamos sufriendo los efectos de una nueva sequía particularmente severa con la diferencia que la última sequía fue apenas hace sólo 7 años, y el año pasado hubo una mini sequía que ya venía reduciendo la humedad del suelo.

Autor: Ricardo Arriazu en Clarin - 19/02/2023


Si bien la participación directa del sector agropecuario en la producción global y en el empleo ha bajado en forma persistente en las últimas décadas, su importancia en el desempeño de toda la economía sigue siendo muy importante. La relación entre las variaciones en el PBI y las variaciones en el valor de las cosechas sigue siendo muy importante, siendo sólo superada por los impactos en las variaciones en los movimientos de capitales.

En la actualidad la participación directa del sector agropecuario en el PBI y en el Valor Bruto de la Producción es 6,7%, pero cuando agregamos sus contribuciones en los sectores del transporte y la comercialización, esta participación directa se eleva a más del 10%.

Su impacto no termina allí, puesto que las variaciones en los ingresos de los productores impactan a otros sectores (combustibles, maquinarias agrícolas, automotores, construcción, etc.) lo que explica su impacto global.

Adicionalmente, las exportaciones agropecuarias -con sus transformaciones- explicaron en 2022 el 67% de las exportaciones totales, y la recaudación asociada al sector, aunque más difícil de estimar, supera el 20% de la recaudación total (impuesto a las exportaciones, ganancias, IVA, bienes personales, a los débitos y créditos, a los combustibles, bienes personales, etc.).

En su informe de enero la Mesa de Monitoreo de Sequías señaló que 172 millones de hectáreas se encontraban en situación de sequía, y 32,5 millones con sequía severa, por lo que la actual sequía seria comparable a la del período 2008/2009 en lo relativo a deficiencias de humedad.

Las pérdidas de producción serían cercanas a las 30 millones de toneladas (una baja del 21,3% en relación al año previo), inferior a las pérdidas de 2008/2009 por las mejoras tecnológicas (nuevas semillas y formas de siembra). De este modo el impacto directo de la menor cosecha sobre el PBI sería superior al 2%.

A esta situación hay que agregarle los efectos de las variaciones de precios en los mercados internacionales, los impactos secundarios, los impactos sobre el sector externo y los impactos globales de la reducción en la disponibilidad de divisas sobre la actividad económica.

En materia de precios, los niveles actuales se sitúan ligeramente por debajo de los niveles promedios del año anterior porque la sequía en nuestro país no fue acompañada por sequías en otras regiones (Brasil tendría una cosecha récord de soja equivalente a 156 millones de toneladas). Por todo esto, el valor total de la cosecha se vería reducido en aproximadamente 13 mil millones de dólares.

El impacto sobre el sector externo sería similar, aunque centrado en el período octubre-septiembre y con una menor baja de las exportaciones por el aumento de las importaciones para amortiguar la disminución potencial de la molienda.

La mejor manera de visualizar los efectos globales es observando qué pasó durante la sequía del período 2008/2009, con una gran advertencia: en aquel momento la sequía argentina coincidió con la explosión de la “burbuja” inmobiliaria en los Estados Unidos que afectó el precio de las materias primas y el nivel de actividad económica en todos los países; tal es así, que la economía mundial registró en 2009 la primera caída (0,1%) desde la Gran Depresión.

Los números argentinos de aquel período solo sirven de ilustración para mostrar la dinámica del proceso, pero no para evaluar su magnitud. En esta sequía la magnitud será importante pero no tan grande como los de aquel entonces.

En el tercer trimestre de 2008 el PBI estaba creciendo a un ritmo anual del 6% y el PBI agropecuario al 1,9%. Con el inicio de la sequía (trigo y cebada) el PBI agropecuario cayó 8,9% en el cuarto trimestre, lo que arrastró al PBI total que bajó 2%. El proceso continuó agravándose con la baja de la producción del resto de los productos agropecuarios y el PBI del sector mostró en el tercer trimestre una baja del 40,6%, mientras que el PBI total del 11,3%.

Con el fin de la sequía (y de la crisis internacional) la economía se recuperó gradualmente alcanzando su máximo en el tercer trimestre de 2010 (82,1% de suba en el PBI agropecuario y 16,2% en el PBI total, cifras obviamente influenciadas por los bajos niveles del tercer trimestre de 2009).

La medición conjunta de los cuatro trimestres de la sequía, muestran una baja acumulada del PBI agropecuario del 26,4% y del 6,4% en el PBI total. La recuperación del período siguiente fue la esperada: 35,5% en el PBI agropecuario y 8% en el PBI total.

Estas comparaciones tienen el inconveniente de que comparan bases distintas; si la comparación se efectúa entre el período post sequía y el período pre sequía, los números muestran una baja del 0,2% en el PBI agropecuario y una suba del 1% en el PBI total, lo que parecería indicar que casi todas las fluctuaciones están asociadas a la sequía.

Al mismo tiempo, las cifras sectoriales muestran que la crisis afectó a casi todos los sectores, excepto los asociados al gasto público, y que los más afectados fueron los relacionados con los gastos del sector agropecuario.

Este análisis muestra que el impacto de la sequía en las cifras económicas de este año debería mostrar la misma estacionalidad que en 2008/2009, aunque con un impacto un poco más bajo, pero no tanto considerando que el impacto directo será superior al 2%. Sin embargo, la economía enfrentará también otros shocks (como los enfrentó en la sequía anterior) básicamente asociados al proceso electoral, y a la evolución del sector energético.

El peor momento coincidirá con la actividad más intensa del proceso electoral. Esta dinámica nos deja una gran enseñanza: la importancia de ser prudentes en los momentos de bonanza y ahorrar (fondos anti cíclicos) para los momentos malos.

Ricardo Arriazu es economista.