Conclusión y propuesta después del paro
Hoy se está viviendo el ciclo de crecimiento global más espectacular del que tengamos memoria, y las perspectivas de que sea sostenible en el tiempo son concretas y previsibles gracias a la gran demanda de alimentos y proteínas por el crecimiento sostenido del poder adquisitivo de todos los habitantes del planeta y la aparición de biocombustibles.
Autor: ARTURO NAVARRO - 12/12/2006
Mientras esto ocurre nuestra dirigencia quiere seguir desconociendo estos hechos de la realidad, desaprovechando una nueva oportunidad histórica que nos permita insertarnos definitivamente en el mundo desarrollado.
Esta es mi principal conclusión después analizar los debates, las declaraciones, las propuestas y las respuestas de la dirigencia en general ante un hecho trascendente como fue el paro agropecuario, que promovió la dirigencia agropecuaria. Fue un llamado de atención de todo el interior que quiere trabajar en libertad, sin la prepotencia de gobiernos o personas y que no están dispuestos a desaprovechar -con silencios cómplices por coyunturas electorales- las extraordinarias condiciones que nos presenta el mundo para crecer y desarrollarnos en provecho de todos los argentinos.
Escuchar nuevamente argumentos tan antiguos para defender el modelo de sustitución de importaciones del año 1945, encarnado por la propuesta del grupo productivo y que hoy está en vigencia con los primeros síntomas de los fracasos anteriores, me parece una insensatez de toda la dirigencia en general.
La dirigencia agropecuaria no supo responder con expresiones concretas cuál es la verdadera realidad del agroindustria argentina. El tema no es solamente ganadero. Hoy no hay que discutir la antinomia campo-industria: hoy hay que hablar de industria eficiente-industria ineficiente para no seguir apoyando a los empresarios prebendarios del Gobierno y del Estado. Hay que declarar con mucho énfasis que la cadena agroindustrial es la mayor industria del país. Hay que decir en voz alta a toda la sociedad que cuando se siembra un grano de trigo se está sembrando investigación, innovación y tecnología aportada por la gran industria del futuro, que es el conocimiento.
Hay que darse cuenta y explicarlo con sentido común, que el complejo agroindustrial es el único que tiene la capacidad de integrar a todos los sectores -ganaderos, agrícolas y todas las otras producciones y regiones del país- en el mayor plan nacional de desarrollo que necesitamos para poder atender las demanda de alimentos al mundo y de esta forma poder arraigar a nuestra gente en cada pueblo del interior. Esta es la única forma de poder multiplicar por tres los 200 dólares por tonelada de nuestras exportaciones agropecuarias; ésta debería ser la nueva propuesta y el nuevo desafío geopolítico de todos los partidos políticos para retener a la gente en el interior y reducir las tasas de exclusión social en que viven actualmente tantos argentinos. Es la única fórmula para un desarrollo rural moderno promovido principalmente por medio de la educación y el conocimiento, que es la única forma de asimilar los nuevos sistemas de producción e integración social que existen en el mundo.
Nuestra dirigencia agropecuaria debería proponer -para no confundir a la otras dirigencias- que la única forma de poder tener alimentos para todos los argentinos es aumentado nuestras exportaciones a todos los mercados de mayor poder adquisitivo y no haciendo propuestas que convaliden las retenciones a la exportación para atender las necesidades de carne y pan barato para los 38 millones de argentinos. Lo único que están haciendo con esa propuesta es convalidar el modelo vigente. Lo que hay que proponer es un padrón nacional que identifique realmente a quiénes hay que subsidiar.
Dólar artificialmente alto es con retenciones a la exportación y con control de precios de los alimentos de la canasta familiar, con el agravante de que ante los altos valores del precio de los comodites y la suba de los precios internos que éstos provocan y las necesidades fiscales que genera el mismo modelo, nuestros políticos no van a tener ningún inconveniente en aumentar las retenciones -como termina ocurriendo siempre- después de las elecciones. Hay que darse cuenta que los precios de los comodites son iguales en todo el mundo y se manejan en dólar. Hay que proponer que los subsidios explícitos para atender las necesidades de los más pobres salgan de las arcas del Estado y no de las retenciones a la exportación, ya que deben ser eliminadas.
Lamentablemente este mismo razonamiento está en la propuesta opositora que –salvo rarísimas excepciones- defiende este modelo como si fuera sostenible en el tiempo. Solamente con saber que si los precios internacionales de los comodities fueran igual que en el 2001, los ingresos de los productores hoy serían negativos porque la relación dólar-peso es más grave que en el 1 a 1. Hoy el dólar para vender producciones es de 2,40 pesos, mientras que para comprar un insumo el valor es de 3.40 pesos.
Ante esta falta de propuestas superadoras quiero hacer saber públicamente y con total convicción que prefiero dejar que siga la propuesta oficial para que la responsabilidad de arreglar este engendro sea exclusiva responsabilidad del Gobierno cuando se sincere la economía en el 2008.
Para que el diálogo que reclama el sector sea constructivo y permanente hay que discutir una política de largo plazo y salir de la coyuntura. La propuesta que debemos exigir es que el sector agropecuario y agroindustrial tengan el mismo tratamiento macro que los otros sectores del país, fundada en la libertad económica, la igualdad ante la ley y la competencia con el mundo. Hoy la dirigencia general del país tiene la obligación de promover una reforma impositiva moderna que elimine todos los impuestos distorsivos -como las retenciones a la exportación- y, simultáneamente, una nueva ley de coparticipación que contemple la actual realidad del país, la única forma de recuperar el autentico federalismo fiscal.
Hay que promover un sistema ágil y simple para que los ingresos fiscales que les corresponden a cada municipio ingresen en tiempo y forma directa. Este es el único sistema que le va a permitir a las autoridades municipales tener independencia política y ejercer la responsabilidad ante los recursos legítimos que le corresponden -sin tener que mendigar a los poderes provincial y nacional-.
Una vez establecido este marco nacional hay que discutir las políticas de estado que necesita el sector, para no depender de las decisiones unilaterales de funcionarios a través de los sucesivos gobiernos. El seguimiento de las mismas debe hacerse con una moderna sinergia entre el sector público y privado para poder potenciar las capacidades y responsabilidades de ambos.
Todas estas propuesta deben hacerse con la convicción de que tenemos que integrarnos al mundo globalizado y exportar todo lo que demande el mundo si no queremos perder esta gran oportunidad mundial. Este es el proyecto económico más eficiente para que todos los argentinos y las regiones crezcan en igualdad de condiciones, achicando de esa forma la gravísima exclusión social que con el actual proyecto política y económicamente centralizado se va agravar, por falta de independencia de los poderes y el ataque que esto representa al federalismo.